domingo, 13 de febrero de 2011

Magicians do not exist

La película es sinónimo de sencillez; ambientada en los '50s con casi un 85% de su trama contada en mudo, basada en gestos, actitudes y detalles, en sus 76 minutos logra conmover y transformarse en un imprescindible.

La historia cuenta la vida de un señor mayor cuya vocación es la de ser mago, pero un mago clásico, alejado de los efectos tan imperantes en la época. El pobre hombre vaga de ciudad en ciudad, presentando su espectáculo sencillito, sólo acompañado por un conejo agresivo e irascible. Hasta ahí, una vida solitaria, gris, triste... ésto cambia cuando llega a Edimburgo para presentar su presentación en un barcito; ahí conoce a Alice, una niña que trabaja en el bar. Entre ellos se formará un vínculo de amor paternal donde, juntos crecerán y vivirán nuevas experiencias a pesar de ni siquiera hablar el mismo idioma, claro ejemplo de que el amor y el cariño, son universales. Lamentablemente, Alice crece y no lo hace a la par del ilusionista... quién sólo vive para mantener a la niña en un irreal mundo de ilusiones.

Adorable visualmente, la película está basada en un olvidado texto de Jacques Tati (mimo, actor y director francés de los '50s) que Syvain Chomet revivió con perfección, encanto y belleza.

Lo mejor: todo, es un paquete perfecto desde la creación de los personajes, hasta la música, pasando por los colores de la animación, la dirección y el detalle en la forma de ser contada.
Lo peor: no es que haya algo malo en la película, pero es muy triste y hay que verla con buen ánimo y algún que otro pañuelo al lado.

Puntaje: 8,5/10

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